sábado, 3 de diciembre de 2011

Another Sunny Day- Belle and Sebastian




Another sunny day,
I met you up in the garden
You were digging plants,
I dug you, beg your pardon
I took a photograph of you
in the herbaceous border
It broke the heart of men
and flowers and girls and trees

Another rainy day,
we're trapped inside with a train set
Chocolate on the boil,
steamy windows when we met
You've got the attic window
looking out on the cathedral
And on a Sunday evening
bells ring out in the dusk

Another day in June,
we'll pick eleven for football
We're playing for our lives
the referee gives us fuck all
I saw you in the corner of my eye on the sidelines
Your dark mascara bids me to historical deeds

Everybody's gone
you picked me up for a long drive
We take the tourist route
the nights are light until midnight
We took the evening ferry over to the peninsula
We found the avenue of trees went up to the hill
That crazy avenue of trees, I'm living there still

There's something in my eye
a little midge so beguiling
Sacrificed his life to bring us both eye to eye
I heard the Eskimos
remove obstructions with tongues, dear
You missed my eye,
I wonder why, I didn't complain
You missed my eye,
I wonder why, please do it again

The lovin is a mess
what happened to all of the feeling?
I thought it was for real;
babies, rings and fools kneeling
And words of pledging trust
and lifetimes stretching forever
So what went wrong?
It was a lie, it crumbled apart
Ghost figures of past,
present, future haunting the heart

martes, 18 de octubre de 2011

No viajo en metro, pero veo alguna peli




"Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong."

"Y cuando veo que no puedo seguir soportándolo, aguanto aún un momento más y entonces sé que puedo soportar cualquier cosa..."

"Denys me había dado una brújula "para seguir el rumbo" dijo, pero mas tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos. Quizás él sabía, aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino."

Memorias de África. Sydney Pollack

viernes, 1 de abril de 2011

Ahora pelis...

Amaya 2011
-Contra la pared / Gegen die Wand (Fatih Akın) 2004 (8)
-Reservoir Dogs (Quentin Tarantino) 1992 (9)
-La ciudad de la alegría / City of Joy (Roland Joffé) 1992 (6)
-Quiero ser como Beckham / Bend it like Beckham (Gurinder Chadha) 2002 (6)
-Millenium I de Stieg Larsson: Los hombres que no amaban a las mujeres / Män som hatar kvinnor. (Niels Arden Oplev) 2009 (5)
-Apocalypto (Mel Gibson) 2006 (9)
-Taxi Driver (Martin Scorsese) 1976 (9)
-The usual suspects (Bryan Singer) 1994 (9)

Suni 2011
-Slum dog millionaire
-Moulin rouge
-Club fighters
-v de vendetta
-Black swan
-Tomates verdes fritos
-Closer (natalie Portman y Julia roberts)
-Snatch, cerdos y diamantes (brad pitt gitano)
-the boondock saints (los hermanos irlandeses santos y asesinos)
-Lost in translation
-Beyond the sea
-Si la cosa funciona (woody allen)
-Todo es mentira (Coque malla)
-

lunes, 14 de febrero de 2011

recortes de África...



Apolo es uno de los vecinos de Simón. Es un hombre de edad indefinida, flaco y de pocas palabras. Está de pie delante de su casa y, sobre una tabla de madera, plancha una camisa.
Tiene una plancha de carbón vegetal, inmensa, vieja y oxidada. La camisa es aún más vieja.
Para describirla, tendría qeu echar mano del lenguaje de los críticos de arte, del de los posmodernistas caprichosos, del de los especialistas en suprematismo, el visual-art y el expresionismo abstracto. La prenda es nada menos que una obra maestra del patchwork, informel, collage y pop-art, un prodigio de la más viva imaginación de aquellos sastres laboriosos junto a los cuales hemos pasado al venir aquí por la carretera de Kampala.
La camisa en cuestión ha debido de pasar por tantas agujas cosiéndole remiendos sobre los agujeros, muestra tantos retazos de telas de textura, estampado y grosor de lo más diversos, que no hay manera de adivinar de qué color era y de qué tejido estaba hecha la prenda original, aquella primera tataracamisa que dio comienzo al largo proceso de cambios y modificaciones cuyo efecto se extiende ahora ante Apolo, sobre su tabla de planchar.

"Ébano" Ryszard Kapuscinski

jueves, 27 de enero de 2011

Viaje junto a las casas

La línea del ferrocarril suburbano pasa muy cerca de las casas, y los pasajeros -cuando es primavera y las pareces empiezan a revelar misterios, las ventanas a desvelar idilios y los patios traseros a desenterrar secretos- pueden disfrutar de la visión de muchas cosas extrañas e interesantes.

A veces, un trayecto en ferrocarril suburbano es más instructivo que un viaje por tierra o mar, y quien haya viajado mucho sabrá que, en el fondo, basta con ver un solo lilo escondido en un polvoriento patio de una gran ciudad para entender la profunda tristeza de todos los lilos escondidos del mundo.

De ahí que me sienta satisfecho con la vida de las cosas hermosas y tristes cuando regreso de un trayecto en ferrocarril suburbano, u orgulloso como un navegante que ha dado la vuelta al mundo, aunque solo me haya dado una vuelta por una parte de la ciudad. Si me imagino los patios algo más desolados, los lilos algo más marchitos, los muros unos pocos metros más altos y los niños un poco más pálidos, es como si hubiera estado en Nueva York y saboreado la amargura de las grandes ciudades.
Pues los descubrimientos fundamentales pueden hacerse aquí y allá, en vasa o un par de calles más abajo, y las cosas, los ambientes y las vivencias no presentan diferencias en su esencia, sino solo en su tamaño.

Una pared posee una fisonomía y un carácter propios, aunque no tenga ventanas ni nada que pudiera revelar por lo demás un vínculo con la vida, al margen del anuncio publicitario de una marca de chocolate, puesta ahí de modo que la brusquedad de sus destellos, (azules y amarillos) se fije indeleblemente en nuestra memoria.

Detrás de la pared, sin embargo, vive la gente, las niñas hacen los deberes, una abuela hace ganchillo y un perro roe un hueso. El pulso de la vida late entre los poros y las grietas de la pared muda, rompe la chapa del anuncio y del chocolate Sarotti y golpea de tal modo las ventanillas del tren que el tintineo adquiere un sonido humano, vital y nos hace aguzar los oídos ante la proximidad de unas vidas afines e invisibles.

Es curioso cómo se parecen las personas que viven en las casas que lindan con el ferrocarril suburbano. Es como si a lo largo de la línea y más allá de los viaductos se hubiera asentado una sola y gran familia.

Conozco algunas viviendas en esta o aquella estación. Es como si hubiera ido muchas veces de visita, creo saber cómo hablan sus inquilinos, y si se mueven de tal o de cual manera. Todos ellos guardan en el alma un poco de ruido del continuo estruendo de los trenes. y no muestran ninguna curiosidad, pues se han acostumbrado a que un sinfín de vidas ajenas pase a cada minuto de largo sin dejar ningún rastro.

Hay siempre una atmósfera invisible, impenetrable, extraña, entre ellos y el mundo que los rodea. Ya no son conscientes de que sus tareas y sus días, sus sueños y sus noches están impregnados de ruido. se diría que los ruidos descansan en los más hondo de su consciencia, y que sin ellos no hay impresión ni experiencia.

Existe un balcón en particular, con la baranda de hierro, que sobresale del edificio como si fuera una jaula, y en cierto lugar, durante toda la primavera y el verano, llueva o brille el sol, un cojín rojo cuelga como una mancha implacable de pintura al óleo. Hay un patio atravesado por cuerdas para tender la ropa, como si una raña gigante, antediluviana, fabulosa, hubiera tejido su densa tela de un muro a otro. Y un delantal azul marino, con unos lunares blancos y grandes como ojos, que ondea desde hace una eternidad.

En mis trayectos he conocido a una chiquilla rubia. Se sienta junto a una ventana abierta y va vertiendo la arena que saca de unos platillos de juguete en una maceta e barro rojizo. A día de hoy habrá llenado unas quinientas macetas. Conozco a un caballero entrado en años que se pasa el viaje leyendo. A estas alturas debe de conocer ya todas las bibliotecas del mundo. Un joven escucha atentamente el gramófono que tiene en la mesa frente a él. Es un aparato grande, con una brillante caja de resonancia. Puedo pillar un trocito de música estridente y llevármelo a casa.
Arrancado del cuerpo de la melodía retumba en mis oídos, fragmento de un fragmento, sin sentido, absurda e injustamente identificado en mi memoria con la imagen del joven que escucha.

Solo unos pocos no hacen nada y se limitan a estar sentados junto a la ventana para ver pasar los trenes, Uno advierte qué aburrida tiene que ser la vida sin ocupación.
Por eso en este mundo cada cual tiene su tarea, e incluso de los animales se saca algún provecho. No hay un solo lilo que no sostenga la colada puesta a secar en los patios traseros.

He ahí la tristeza de estos patios: qué raro es el árbol que no hace más que florecer, que no tiene otra función que esperar la lluvia y el sol, y disfrutar de ambos, y dar flores azules y blancas.

Joseph Roth “Crónicas Berlinesas”