viernes, 25 de mayo de 2012

Baños

Como en otras ocasiones, la nerviosidad me produjo un urgente deseo de ir al baño. Entré en la Antigua Perla del Once y me dirigí al excusado. 

Es curioso que en este país el único lugar donde se habla de Damas y Caballeros sea el lugar donde invariablemente dejan de serlo. A veces pienso que es una de las tantas formas del irónico descreimiento argentino. 

Mientras me acomodaba en el infecto cuartucho, confirmando mi vieja teoría de que el cuarto de baño es el único sitio filosófico que va quedando en estado puro, empecé a descifrar las enmarañadas inscripciones. Sobre el inevitable y básico VIVA PERÓN alguien había tachado violentamente la palabra VIVA y la había reemplazado por MUERA, palabra que a su turno había sido tachada y reemplazada por un nuevo VIVA, nieto del primigenio, y así alternativamente, en forma de pagoda, o más bien de un temblequeante edificio en construcción. 
A izquierda y derecha, arriba y abajo, con flechas indicadoras y signos de admiración o dibujos alusivos, aquella expresión original aparecía exornada, enriquecida y comentada (como por una raza de violentos y pornográficos exégetas) con comentarios diversos sobre la madre de Perón, sobre las características sociales y anatómicas de Eva Duarte; sobre lo que haría el comentarista desconocido y defecante si tuviera la dicha de encontrarse con ella en una cama, en un sillón o hasta en el propio baño de la Antigua Perla del Once. 
Frases y expresiones de deseos que a su vez eran tachados parcial o totalmente, obliterados, tergiversados o enriquecidos por la inclusión de un adverbio perverso o celebratorio, incrementados o atenuados por la intervención de un adjetivo; con lápices y tizas de diversos colores; con dibujos ilustrativos que parecían haber sido ejecutados por un profesor Testut borracho y baboso. Y en diferentes lugares libres, abajo o al costado, a veces (como en el caso de los avisos importantes de los diarios) con marcos orlados, con diversos tipos de letra (ansioso o lánguido, esperanzado o cínico, empecinado o frívolo, caligráfico o grotesco), pedidos y ofrecimientos de teléfonos para hombres que tuvieran tales y cuales atributos, que estuvieran dispuestos a realizar tales o cuales combinaciones o hazañas, artificios o fantasías, atrocidades masoquistas o sádicas. Ofrecimientos y pedidos que a su vez eran modificados por comentarios irónicos o insultantes, agresivos o humorísticos de terceras personas que por algún motivo no estaban dispuestas a intervenir en la combinación precisa, pero que, en algún sentido (y sus comentarios así lo probaban) también deseaban participar, y participaban, de aquella magia lasciva y alucinante. Y en medio de aquel caos, con flechas indicadoras, la respuesta anhelante y esperanzada de alguien que indicaba cómo y cuándo esperaría al Príncipe Cacográfico y Anal, a veces con una acotación tierna y al parecer inadecuada para aquel noticioso de excusado: ESTARÉ CON UNA FLOR EN LA MANO.

"El reverso del mundo", pensé.
Como en las páginas policiales, ahí parecía revelarse la verdad última de la raza.
"El amor y los excrementos", pensé.
Y mientras me abrochaba, también pensé: "Damas y Caballeros".

Viajo en buseta, luego leo (y duermo)


….. Y así, cuando Bruno le hablaba del absoluto, Martín preguntaba, por ejemplo, si el amor verdadero no era precisamente uno de esos absolutos; pregunta en la cual la palabra “amor”, sin embargo, tenía tanto que ver con la empleada por Kant o Hegel como la palabra “catástrofe” con un descarrilamiento o un terremoto, con sus mutilados y sus muertos, con sus aullidos y su sangre. Bruno respondía que, a su juicio, la calidad del amor que hay entre dos seres que se quieren cambia de un instante a otro, haciéndose de pronto sublime, bajando luego hasta la trivialidad, convirtiéndose más tarde en algo afectuoso y cómodo, para repentinamente convertirse en un odio trágico o destructivo.
- Porque hay veces en que los amantes no se quieren, o en que uno de ellos no quiere al otro, o lo odia, o lo menosprecia.
Mientras pensaba en aquella frase que una vez le había dicho Jeannette: ”L’amour c’est une personne qui souffre et une autre qui s’enmerde”. Y recordaba, observador de desdichados como era, aquella pareja un día en la penumbra de un café, en un rincón solitario, el hombre demacrado, sin afeitar, sufriente, leyendo, releyendo por centésima vez una carta –seguramente de ella-, recriminando, poniendo el absurdo papel de testimonio de vaya a saber qué compromisos o promesas; mientras ella, en los momentos en que él se concentraba encarnizadamente en alguna frase de la carta, miraba el reloj y bostezaba.
Y como Martín le preguntó si entre dos seres que se quieren no debe ser todo nítido, todo transparente y edificado sobre la verdad, Bruno respondió que la verdad no se puede decir casi nunca cuando se trata de seres humanos, puesto que sólo sirve para producir dolor, tristeza y destrucción. Agregando que siempre había adelantado el proyecto (“pero yo soy nada más que eso: un hombre de puros proyectos”, agregó sonriendo con tímido sarcasmo), había alentado el proyecto de escribir una novela o una obra de teatro sobres eso: la historia de un muchacho que se propone decir siempre la verdad, siempre, cueste lo que cueste. Desde luego, siembra la destrucción, el horror y la muerte a su paso. Hasta terminar con su propia destrucción, con su propia muerte.
- Entonces hay que mentir- adujo Martín con amargura.
- Digo que no siempre se puede decir la verdad. En rigor, casi nunca.
-¿Mentiras por omisión?
- Algo de eso- replicó Bruno, observándolo de costado, temeroso de herirlo.
- Así que no cree en la verdad.
- Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza. Además, ¿Sabemos acaso lo que es la verdad? Si yo le digo que aquel trozo de ventana es azul, digo una verdad. Pero es una verdad parcial, y por lo tanto una especie de mentira. Porque ese trozo de ventana no está solo, está en una casa, en una ciudad, en un paisaje. Está rodeado del gris de ese muro de cemento, del azul claro de este cielo, de aquellas nubes alargadas, de infinitas cosas más. Y si no digo todo, absolutamente todo, estoy mintiendo. Pero decir todo es imposible, aún en este caso de la ventana, de un simple trozo de la realidad física. La realidad es infinita y además infinitamente matizada, y si me olvido de un solo matiz ya estoy mintiendo. Ahora, imagínese lo que es la realidad de los seres humanos, con sus complicaciones y recovecos, contradicciones y demás cambiantes. Porque cambia a cada instante que pasa, y lo que éramos hace un momento no lo somos más. ¿Somos, acaso, siempre la misma persona? ¿Tenemos, acaso, siempre los mismos sentimientos? Se puede querer a alguien y de pronto desestimarlo y hasta detestarlo. Y si cuando lo desestimamos cometemos el error de decírselo, eso es una verdad, pero una verdad momentánea que no será más verdad dentro de una hora o al otro día, o en otras circunstancias. Y en cambio el ser a quien se la decimos creerá que esa es la verdad, la verdad para siempre y desde siempre. Y se hundirá en la desesperación…..


“SOBRE HÉROES Y TUMBAS”
Ernesto Sabato

viernes, 18 de mayo de 2012

Cada loco con su tema

Cada loco con su tema contra gustos no hay disputa artefactos, bestias, hombres y mujeres cada uno es como es, cada quien es cada cual. Y baja las escaleras como quiere. Pero puestos a escoger... soy partidario de las voces de la calle más que del diccionario. me privan más los barrios que el centro de la ciudad. y los artesanos más que la factoría. la razón que la fuerza el instinto que la urbanidad. y un siux más que el séptimo de caballería. Prefiero los caminos a las fronteras y una mariposa al rockefeller center y alfarero de capdevera al vigía de occidente. Prefiero querer a poder, palpar a pisar; ganar a perder, besar a reir, bailar a desfilar, y disfrutar a medir. prefiero volar a correr, hacer a pensar; amar a querer, tomar a pedir, Antes que nada soy partidario de vivir. Cada loco con su tema contra gustos no hay [ni puede haber] disputa artefactos, bestias, hombres y mujeres cada uno es como es, cada quien es cada cual. Y baja las escaleras como quiere pero puestos a escoger... prefiero un buen polvo a un rapapolvo y un bombero a un bombardero, crecer a sentar cabeza, prefiero la carne al metal; y las ventanas a las ventanillas, el lunar de tu cara a la pinacoteca nacional y la revolución a las pesadillas. Prefiero el tiempo al oro, la vida al sueño, el perro al collar, las nueces al ruido, y al sabio por conocer que a los locos conocidos. Prefiero querer a poder palpar, a pisar; ganar a perder, besar a reir, bailar a desfilar, y disfrutar a medir. prefiero volar a correr, hacer a pensar; amar a querer, tomar a pedir, antes que nada soy... partidario de vivir. 

 Joan Manuel Serrat.