Me siento culpable.
Por
no tener hijos. Por ser una egoísta que sólo piensa en sí misma, y no
es capaz de ocuparse del cuidado de otras personas. Por tener envidia de
las que sí los tienen.
Por
tener hijos. Por no dedicarles el tiempo que necesitan y dejarles con
otras personas y a veces tener ganas de salir corriendo y a veces darles
de cenar tarde, comida precocinada. Por tener envidia de las que no los
tienen.
Por
tener pareja. Por fantasear con cómo sería encontrar a alguien que me
despertara verdadera pasión, y no este calorcito rico que a veces me
recuerda a unos calcetines gordos. Por tener envidia de las que son
libres.
Por
no tener pareja. Por no haber encontrado a alguien que me quiera lo
suficiente como para que el calorcito que sigue a la pasión inicial me
baste. Por no haber querido lo suficiente a quienes se han atrevido a
quererme. Por tener envidia de las que tienen con quien pasar las tardes
de los domingos.
Por
tener trabajo. Por ganar dinero con el ejercicio rutinario de mi
mediocridad discutiblemente útil. Por gastármelo en cosas que no
necesito. Por no ahorrarlo para cuando lo necesite. Por no compartirlo.
Por
no tener trabajo. Por haber decepcionado a quienes pensaron que iba a
ser algo en la vida. Por vivir del cuento. Porque -a veces- no me
importa. Porque -a veces- me importa mucho. Por no poder pagarme las
copas.
Por
follar. Por no follar. Por desear a quien no debo. Por no desear a
quien debo. Por desear a quien me desea. Por no desear a quien me desea.
Por ir al gimnasio. Por no ir. Por comer mal. Por comer mucho. Por comer poco.
Por decir lo que pienso. Por no decir lo que siento.
Me
siento culpable por ser como soy, y por no ser como esperaban que
fuera. Porque no soy como creen. Y porque no soy como quisieran que
fuera.
Me siento culpable por sentirme culpable.
Y veo mujeres sin culpa, sentirse culpables por lo mismo que yo. Y por lo contrario.
Y
me pregunto si no será, la culpa, una estrategia para que nunca estemos
contentas, para que nos dejemos culpar de lo que sea, para que
encontremos siempre una excusa para agachar la cabeza.
Y me siento culpable por preguntármelo.
Faktoria Lila