miércoles, 15 de febrero de 2012

Boquitas pintadas



"...ya termina la semana..." "...que desconfiara de las rubias ¿qué le vas a confiar a la almohada?..." "...unas lagrimitas de cocodrilo..." "...al cine? ¿quién te va a comprar los chocolatines?..." "...nada de malas pasadas porque me voy a enterar..." "...te besa hasta que le digas basta, Juan Carlos..." "...por ahí me voy a enfermar de veras, de mala sangre que me hago..." "cuando se desocupa una cama es porque alguien se murió..." "Te juro rubia que me voy a conformar con darte un beso..." "no digas a nadie, ni en tu casa, que vuelvo sin completar la cura..." "...yo hoy hago una promesa, y es que me voy a portar bien de veras..." "...Muñeca, se me termina el papel..." "porque ahora siento que te quiero tanto..." "...mirá, rubia, ya de charlar un poco con vos me siento mejor ¡cómo será cuando te vea!..." "...te quiero como no he querido a nadie..." "...También hay un hospital en Cosquín..." "...ni bien tenga más noticias te vuelvo a escribir..." "...el agua del río es calentita..." "...vos también estás lejos..." "...pero cada vez que leo tu carta me vuelve la confianza..."

Manuel Puig

martes, 7 de febrero de 2012

De viaje por los países socialistas





Hay en Checoslovaquia una cosa notable, diferente a todo lo que yo había visto hasta entonces: los militares.
Es sorprendente la manera como están incorporados a la vida civil. En la estación del ferrocarril hacen cola para comprar los tiquetes, se pelean con los civiles por un puesto en el vagón, cargados de maletas y cacharros, y ponen la gorra para guardar el puesto mientras llevan a orinar a los niños. No parecen militares sino civiles vestidos de militar.
En el comercio de Praga hacen el mercado con sus mujeres, llevando de un lado el niño menor y del otro lado la bolsa con los pañales y el tetero.
Yo ví un oficial con la gorra en la mano, llena de tomates, esperando que su mujer desenredara la cremallera de una bolsa para meterlos. Otro tenía a su hijo acaballado en la nuca para que pudiera ver por encima de la multitud una vitrina de marionetas.
Se puede pensar que esto es una falta de dignidad profesional. Es más probable que sea una valerosa prueba de dignidad humana.

Gabriel García Márquez