jueves, 19 de junio de 2014

Entrada correspondiente a enero 2014. Propósitos.

Diez días han transcurrido ya del  nuevo año,  y esta mañana cuando cogí mi bolso gris para ir al trabajo, al meter las llaves de casa, ¡oh, sorpresa! encontré un papel todo arrugado que justo iba a tirar a la papelera cuando alcance a leer "Propósitos de año nuevo". ¡Mierda! ¿Por qué  tenía que aparecer para recordarme que no he hecho nada de lo que hay escrito? ¿no se supone que sólo son una especie de tradición que la gente hace para no sentirse culpable por el hecho de no querer mejorar o por sí acaso al ponerlos en letra y papel surgiera una especie de magia que los hiciera realidad?

El caso es que estoy aquí sentada revisando la lista, que al parecer no es sólo la misma del año anterior, sino que es la misma de siempre, de toda la vida desde que soy persona con uso de razón.

Y mis enemigos para cumplir los propósitos también son los mismos: la supuesta falta de tiempo, la perseverancia y determinación, la pereza, y el peor de todos la fuerza de voluntad, ¿dios, por qué me has dotado de tan poca o más bien ninguna? ¿Dónde se compra la fuerza de voluntad? Deberían de venderla en cápsulas o en tarros de crema para untar por todo el cuerpo.

He llegado a la conclusión de que la palabra propósitos es la que me hace perder la fe, tantos años usándola sin resultados me hace sentir una sensación de pesadez. Así que comienzo a reescribir mi lista con el título "Propuestas para mejorar mi vida", de alguna manera me hace sentir más cómoda.

Mientras escribo siento que una ola de optimismo sube por mis pies hasta tocar mi cerebro y ahora lo veo claro: si mi fuerza de voluntad es débil, tengo una actitud positiva que me ayudará a alimentarla. Ya bien dicen por ahí "querer es poder" y yo revisando la lista si hay cosas que de verdad quiero, entonces decido cambiar la perspectiva y en lugar de enfrentarme a cumplir estos objetivos con pesimismo decido auto convencerme de que es por mi bien y cierro los ojos pensando en lo bien que me veo y siento con todo esto cumplido.

Ahora ya tengo las armas que necesito para vencer y cuando la pereza venga a visitarme volveré a cerrar los ojos y me veré triunfando, pues no hay mayor éxito que ser dueño de uno mismo.

Revista de Sanchinarro.

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